Cuando elige su vestuario por las mañanas, Yu Tingting se
hace una pregunta bastante inusual: “¿Qué máscara me pongo hoy?”. En función de
la calidad del aire, esta joven escoge entre la azul o la gris. La primera está
pensada para los días despejados; la segunda, para las situaciones de
emergencia. Y es que la contaminación en las ciudades del norte de China ya no
es una cuestión de gráficos y cifras, sino un problema al que los ciudadanos se
enfrentan a diario.
“En el móvil tengo una aplicación en la que aparece el
Índice de Calidad del Aire, la miro todos los días”, explica Yu Tingting.
Dependiendo de esa cifra, que ha pasado a formar parte de la vida pequinesa,
esta joven organiza su día a día. Algunas actividades frecuentes en otras
ciudades, como salir a correr por el parque, ni siquiera se le pasan por la
cabeza. “¿Hacer ejercicio al aire libre? Por supuesto que no, no quiero
suicidarme”.
En Pekín, todas las alarmas saltaron hace un año, cuando los
niveles de contaminación se salieron de las gráficas (literalmente). Según el
índice internacional, el aire es “bueno” por debajo de 50, mientras que a
partir de 300 se considera “peligroso”. En la capital china, la cifra pasó de
800 durante varios días en enero. El pánico que se vivió fue la gota que colmó el
vaso. Al fenómeno, todavía hoy, se le recuerda en inglés con el nombre del
airpocalypse.
“Desde entonces, tengo una nueva regla”, explica Yu
Tingting. “Cuando el índice pasa de 200, si puedo no salir de casa, entonces no
lo hago”. Además de eso, esta joven decidió entonces hacerse con un purificador
de aire, un producto hasta hace poco desconocido pero cada vez más popular
entre las clases medias y altas. Los purificadores se encargan de filtrar y
limpiar el aire en las habitaciones, algo muy importante tanto para las
empresas como para las familias, ya que las personas pasamos hasta un 90% de
nuestras vidas en espacios interiores. “Puedes ver su utilidad muy claramente,
porque el filtro del purificador se vuelve negro”.
Pekín no es la única ciudad afectada: en otras regiones del
norte del país, como Mongolia Interior, Shaanxi, Shanxi o Hebei los ciudadanos
respiran aire de peor calidad. A finales de octubre, con la llegada del
invierno y el encendido de la calefacción, en la ciudad de Haerbin se tuvo que
cerrar el aeropuerto y cancelar las clases en las escuelas. “Mi abuelo me dijo
que había vivido 94 años en el noreste de China y que nunca antes había visto
una contaminación tan grave”, explica Yu Tingting, originaria de Haerbin.
“Estoy muy preocupada, tengo miedo de que esto se vaya a convertir en el estado
habitual”.
¿Irse de Pekín?
La calidad del aire en Pekín se ha convertido en otro motivo
para abandonar la ciudad. Algunos chinos han decidido mudarse a regiones más
tranquilas del país, como la popular provincia de Yunnan. Las embajadas y
empresas internacionales han notado, especialmente desde el airpocalypse, que
los extranjeros cada vez tienen más reticencias para mudarse a la capital
china. Para otros, el problema más grave se presenta cuando se quiere formar
una familia. “Cuando la contaminación es grave y veo a mujeres embarazadas por
la calle, tengo mucho miedo”, explica Yu Tingting. “Si tuviera un hijo,
entonces sí pensaría en mudarme a otro sitio”.
Para que eso no pase, el Colegio Internacional Dulwich se ha
tomado la lucha contra la contaminación muy en serio. El edificio, donde
estudian 1.450 alumnos de más de 40 países, cuenta con un sistema de
ventilación propio y filtros de aire. Cuando la contaminación es muy grave (por
encima de 250), se prohíbe que todos los estudiantes salgan al patio. En estos
casos, en las puertas de la escuela se colocan carteles rojos para advertir a
los estudiantes: “Los niveles de contaminación son muy altos, quédate dentro”,
explican.
Carteles de este colegio internacional cuando el indice de
calidad del aire sobrepasa los 250. [FOTO: Daniel Méndez]
China tomará más medidas contra la contaminación en Pekín.
La fuerte contaminación que vive
Pekín en los últimos días ha suscitado una ola insólita de críticas incluso en
los medios oficiales y ha obligado a las autoridades chinas a prometer más
medidas contra la polución.
A las 14.00 horas locales (06.00
GMT), los medidores de contaminación instalados en la Embajada estadounidense
en la capital china contaban una concentración de 120 microgramos de partículas
inferiores a las 2,5 micras de diámetro (PM2,5) por metro cúbico.
Aunque aún muy por encima de los
25 microgramos de máxima que la Organización Mundial de la Salud (OMS)
considera aceptables, se trata de niveles muy por debajo de los 993 microgramos
que llegaron a contarse en algunas zonas de Pekín el sábado.
Los altos niveles de
contaminación han desatado las condenas en las redes sociales. Incluso los
medios de comunicación oficiales chinos han dedicado numeroso espacio, y
críticas, al problema.
Así, el diario "China
Daily" advertía hoy en sus titulares que la contaminación "puede
hacer que la economía tropiece", y la agencia Xinhua publicaba un
comentario en el que recordaba que las autoridades han prometido construir una
"hermosa China", pero "un país con un cielo marrón y un aire
peligroso de respirar evidentemente no es hermoso".
En respuesta, el Gobierno chino
ha ordenado más medidas para emitir con mayor prontitud alertas sobre la
calidad del aire y divulgar la información rápidamente a través de los medios
de comunicación.
Además, el portavoz del Ministerio
de Protección Ambiental chino, Tao Detian, indicó la pasada noche que se
tomarán medidas para limitar las emisiones de óxido de nitrógeno y se
intensificará la supervisión de la producción, uso y puesta fuera de
circulación de los vehículos.
China es el mayor productor y el
principal mercado de vehículos del mundo y en 2012 se vendieron en este país
más de 19 millones de unidades.
Pekín continúa hoy con las
medidas de emergencia para aplacar la dañina contaminación que padece la mitad
del país desde el viernes pasado.
La polución ha multiplicado los
casos de problemas cardiacos y respiratorios en los hospitales y ha
desencadenado una oleada de ventas de mascarillas respiratorias y de máquinas
para filtrar el aire.
Las autoridades pekinesas han
ordenando la suspensión de las operaciones de una centena de fábricas, plantas
químicas, refinerías y obras de construcción por sus altas emisiones de
carbono, mientras que más de un 30 por ciento de los vehículos gubernamentales
han sido prohibidos de transitar por las calles.
En la ciudad de Shijiazhuang,
vecina a Pekín y una de las que registró peor calidad de aire durante el pasado
fin de semana, más de 700 sitios de construcción han paralizado sus trabajos.
Además, el Gobierno recomendó a
sus ciudadanos utilizar los medios de transporte públicos y dejar sus vehículos
en casa.
Hasta tal punto se ha hecho densa
la capa de contaminación que, en la ciudad de Zhejiang (este), evitó que los
residentes cercanos a una fábrica de muebles se dieran cuenta de que se había
incendiado.
"Fue difícil para ellos
distinguir el humo del smog", lo que motivó que para cuando se dio la
alerta el incendio ya se encontraba fuera de control, informó la agencia
oficial, Xinhua.
La segunda economía mundial
descuidó durante décadas el medio ambiente en aras de un rápido desarrollo
industrial, lo que ha producido una grave degradación de su atmósfera, o de sus
ríos y lagos.
Según Greenpeace, sólo en 2012
los altos niveles de contaminación del aire causaron unas 8.500 muertes
prematuras en Pekín, Shanghái, Cantón y Xian.
Se espera que los altos niveles
de contaminación continúen hasta mañana, miércoles, cuando está prevista la
llegada de un frente frío con vientos del norte que dispersen las partículas
nocivas.
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